La gran traición
El senador Rubén Gallego critica el silencio del secretario de Estado, Marco Rubio, tras el fin del parole humanitario que beneficiaba a cubanos
El senador demócrata Rubén Gallego, de Arizona. Crédito: AP
En el sur de Florida, no hace falta explicar lo que es una dictadura. Las familias cubanas y venezolanas han vivido represión, el colapso económico y la pérdida del futuro. Muchos no vinieron aquí por simple oportunidad, sino porque no tenían otra opción.
Vinieron para sobrevivir.
Por eso duele tanto la reciente decisión de la Corte Suprema, impulsada por Donald Trump y aceptada en silencio por el secretario Marco Rubio, de eliminar el programa de parole humanitario.

Este programa ofrecía una vía legal y ordenada para que personas que escapaban de regímenes totalitarios pudieran comenzar una nueva vida aquí.
Funcionaba. Traía estabilidad y representaba lo mejor de los valores estadounidenses.
Y ha sido eliminado por razones puramente políticas.
Seamos claros. El secretario Rubio ha ido a sus comunidades y ha comido en sus mesas. Lo hemos visto hablar con pasión sobre Cuba y Venezuela. Pero cuando llegó el momento de defender a las personas que escaparon de esos regímenes y que llegaron legalmente bajo un programa diseñado especialmente para ellas, se mantuvo callado.
¿Qué le pasó al campeón que era el señor Rubio? ¿Qué paso con las promesas que le hizo a la comunidad que lo alzó al poder?
Ese silencio dice mucho.
Y Donald Trump no solo se quedó callado. El lideró el ataque para eliminar el programa. Un programa que ofrecía dignidad y estabilidad a quienes siguieron las reglas fue destruido por capricho político. Y no se detuvo ahí—esta semana prohibió casi toda inmigración de estos dos países.
La traición del presidente Trump y de Marco Rubio se ha sentido fuertemente en Miami. Está al nivel de la traición de Judas.
Sé que esto es personal para muchos de ustedes. Tal vez apoyaron a Trump con la esperanza de una mejor economía. Tal vez confiaron en que Rubio protegería a su comunidad.
Entiendo que hicieron lo que les pareció correcto. Todos votamos según la información y los valores que tenemos en ese tiempo.
Pero cuando un líder le da la espalda a la misma comunidad que dice representar y que ha hablado sobre cuánto ha sufrido bajo el comunismo, hay que preguntarse: ¿por quién está realmente luchando?
El programa de parole humanitario no era sobre “fronteras abiertas”. Era sobre brindar una vía legal para quienes huyeron del comunismo. No son pandilleros ni criminales, sino familias que ya no soportaban la represión de estos gobiernos crueles. Son personas que querían trabajar y vivir en paz.
Ese es el sueño americano. Y hoy está bajo amenaza.
Los cubanos y venezolanos han abierto negocios, pagado impuestos, y criado familias en Miami.
Decirles ahora: “Ya no son bienvenidos” no solo es injusto. Es antiamericano.
Serví en Irak como infante de marina y ahora soy senador recién elegido por Arizona. He visto lo que realmente funciona para asegurar nuestras fronteras y manejar la inmigración de manera justa. Para mí, el tema de la inmigración es personal.
Por eso propuse un plan que combina seguridad fronteriza con vías legales y ordenadas. Acelera los procesos migratorios, fortalece la infraestructura en los puntos de entrada y protege programas humanitarios como el parole para quienes huyen de dictaduras.
No se trata de ser republicano o demócrata, sino del sentido común.
Ustedes merecen líderes que no solo salgan en las fotos con banderas, sino que den la cara cuando de verdad importa.
Soy hijo de inmigrantes mexicanos y colombianos. Me crió una madre soltera. Trabajé en varios oficios, incluyendo la construcción y como cocinero, para pagar mis estudios y apoyar a mis hermanas.
Entiendo lo que es trabajar duro para alcanzar el sueño americano.
Podemos traer seguridad y orden a la frontera sin traicionar a los inmigrantes que han venido aquí de la manera correcta.
Podemos mantener vivo el sueño americano para quienes todavía creen en él.
(*) Rubén Gallego es senador demócrata por Arizona.
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