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Ronda Política: Una alcaldesa, entre la espada y la pared

Busca proteger a la comunidad inmigrante, pero por otra parte, teme que las represalias del presidente dejen sin fondos federales a la ciudad

La alcaldesa Karen Bass, preocupada.

La alcaldesa Karen Bass, preocupada. Crédito: Isaac Ceja | Impremedia

Las agresivas redadas del Servicio de Migración y Aduanas (ICE) en lugares de trabajo a partir del viernes 6 de junio en la ciudad y el condado de Los Ángeles desataron una serie de protestas y disturbios que dieron pie a que el presidente Trump nos mandara a la Guardia Nacional y a los Marines.

En cuestión de tres días militarizaron a la ciudad de Los Ángeles sobre todo el primer cuadro, y en especial el edificio federal que se encuentra custodiado hasta los dientes por elementos del ejército.

Los grupos de autodefensa comunitaria que trataron de impedir que se llevaran detenidos a los trabajadores del Distrito de la Moda, a los jornaleros de la tienda Home Depot y en la ciudad de Paramount, fueron repelidos por los agentes federales con gases lacrimógenos, granadas y balas de goma. La comunidad respondió poniendo barricadas, lanzando piedras, y algunos más osados, poncharon llantas.

Luego otro grupo se aprovechó del río revuelto para recurrir al vandalismo y al robo de comercios.  A estos personajes, la alcaldesa los definió como anarquistas.

Se han dado más de 40 arrestos. El más notorio es el del líder en California del Sindicato Internacional de Trabajadores de los Servicios, David Huerta, a quien los agentes del ICE, agredieron, mandaron al hospital y encerraron por tres días; y todo por intentar evitar que se llevaran a una madre de familia.

Huerta salió libre tras pagar una abultada fianza de $50,000, pero este no es el final de la historia. Ahora tendrá que ver como se deshace de los cargos de obstrucción a la justicia que le aplicaron. Tal vez en este momento esté súper arrepentido de haber metido las manos.

Las cosas han llegado a tal extremo que los aliados del presidente Trump han sugerido que se debe detener a la propia alcaldesa Karen Bass y al gobernador Gavin Newsom. 

El gobernador de California quien al principio se mostró un tanto tibio con sus declaraciones, no tardó en ponerse los guantes y le enderezó una demanda a Trump por traer a la Guardia Nacional pasando por encima de su autoridad.

Quien está llevando la peor parte es la alcaldesa Bass.

Si bien ha sido crítica de las acciones de Trump, señalando que la crisis es parte de un experimento de Trump por federalizar a la ciudad, reconoce que no puede irse a la yugular al presidente, llenándolo de insultos como a muchos les gustaría. 

Y hay algo más profundo en juego, si Bass se va de la boca y hace enojar a Trump, le puede cerrar la llave de los fondos federales a Los Ángeles, con lo que sería imposible cerrar el multimillonario déficit fiscal.

Así las cosas, la alcaldesa, quien ha tenido un año durísimo, primero los incendios de enero y ahora las agresivas redadas, se encuentra entre la espada y la pared, queriendo proteger a la comunidad inmigrante pero al mismo tiempo, tratando de no herir la susceptibilidad de un impredecible presidente que nadie sabe con qué vaya a salir a la mañana.

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